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LA INDIGNACIÓN DE JUAN

miércoles, 11 de enero de 2017

CORAZONES ROTOS POR NAVIDAD


No es un amor perdido… No es una historia de desamor entre un hombre y una mujer… Es el blues de dos corazones rotos. El amor del hijo y el amor del padre, dos corazones que se separan entre lágrimas y tragos de saliva amarga.
Yummy Broken Heart de TNTS3000 en Flikr

Enero de 2017. Acabamos de empezar un año más y dejado atrás unas navidades entre familia, amigos, risas, felicitaciones y buenos deseos para el año nuevo. Muchos de vosotros, igual que yo, habéis podido disfrutar de la compañía de vuestros hijos. Aprovechando cada minuto a su lado. Tomando fotografías de cada momento, capturando esas caras de emoción y confusión al ver los regalos navideños que Papá Noel o los Reyes Magos han dejado. Guardando cada recuerdo de estos días como si fuera el tesoro más valioso del mundo. Porque al final, es eso lo que nos queda a los padres que no podemos disfrutar de nuestros hijos cada día, un puñado de sus recuerdos que repetimos en nuestra cabeza una y otra vez hasta que volvemos a encontrarnos con ellos quince días después.

Juan y yo hemos pasado unos días maravillosos. Hemos disfrutado el uno del otro de una forma increíble. Puedo decir sin miedo a equivocarme, que Juan ha tenido unas navidades inolvidables, tal y como su madre me exigía en uno de los mensajes que recibí de ella en los últimos días del año. Estoy contento, porque a pesar de las dificultades a las que ambos nos enfrentamos cada fin de semana que pasa conmigo y a sus miedos infundados (de este tema hablaremos largo y tendido más adelante) cada vez duran menos tiempo y nos permiten disfrutar más tranquilamente de nuestros momentos. Durante estas navidades, ha podido hacer una de las cosas que más le gusta: pasar tiempo con sus dos primas, mayores que él y que le ayudan a pasar ciertos malos tragos, a evadirse de su rutina y a alborotarnos a todos con sus risas y gritos, olvidándose de las dificultades a las que se enfrenta cada día. Lamentablemente esas dificultades y miedos están ahí, se quedan dentro de su corazón y salen todas de golpe cuando llega la hora de volver a casa, con su madre.

Era el día de Nochevieja, cuando Juan debía volver a casa con su madre. Es la primera vez que pasa la Nochebuena y la Navidad conmigo así que todo había sido muy especial. Nos levantamos por la mañana con cierta inquietud por parte de ambos pero con ganas porque habíamos quedado para desayunar con su tía y con sus dos primas para que los niños pudieran despedirse hasta la próxima visita de Juan y pasar las últimas horas juntos. Además, el día era estupendo, solecito de invierno brillando, buen rollo en la calle… Después de desayunar empezamos a jugar entre empujones y tropezones. Todos reíamos. Sin embargo, algo pasó por la cabeza de Juan. Fue como ese milisegundo en el que se te queda la mente en blanco y lo cambia todo. Y paró el juego mientras se le llenaban los ojos de lágrimas. -¿Qué te pasa, hijo?- Le pregunto. Se abraza a mi cintura con fuerza y me pregunta: ¿Me tengo que ir ya? Fue el momento más dramático de todos estos días. Sus primas y su tía nos miraron sin saber qué decir ni qué hacer. -Sí hijo, hoy tienes que volver con tu madre.-Y me vuelve a preguntar: ¿Por qué tengo que irme?, no quiero marcharme. Quiero quedarme contigo papá. Y mientras está diciendo estas palabras aprieta más fuerte mi brazo.

¡Qué dolor tan grande para un padre escuchar estas palabras de su propio hijo! Se me encogió el estómago y los nervios se apoderaron de mí. Yo, un adulto, las emociones volaron dentro de mí. Él, un niño pequeño, no me puedo imaginar lo que sintió en ese momento. Pero lo peor, no puedes hacer nada como adulto para calmar ese dolor en tu propio hijo. Aquí no sirve “el sana, sana, culito de rana”, aquí no sirven las “tiritas de colores de Bob Esponja”, ni las pegatinas de “Super Nany” por buen comportamiento. Aquí no sirve nada. NADA. 

Entonces, lo único que se te ocurre es armarte de valor y aguantar el tirón ante las miradas perplejas de su tía y de sus primas, tragar saliva y mantener el “tipo” como puedes. Pensar que no tiene porque estar mal que su madre, que seguro que está bien allí (aunque yo no lo sepa hasta dentro de quince días) y que continuará con unas “felices vacaciones”. 

Sus primas, mis cómplices sin saberlo en ese momento, me ayudan a que Juan se calme y deje de llorar, para que su madre no se de cuenta de que ha llorado por querer quedarse, para que su madre no sepa que no quiere volver a su casa (no tan pronto) y de que quiere quedarse otros “cinco minutos más” conmigo, para que su vuelta a casa no se vea amargada por un llanto totalmente sincero e inocente de alguien demasiado pequeño para entender porque la vida es injusta cuando te portas bien.

domingo, 1 de enero de 2017

EL ENGAÑO Y YO



Early this morning
When you knocked upon my door
Early this morning, uuuuhhhhh
When you knocked upon my door
And I said hello Satan
I believe it's time to go
… ...

                                                                Fragmento de “Me and the devil blues”. Robert Johnson.

Era una mañana temprano cuando el diablo llamó a mi puerta... Y le dije “hola Satán creo que es momento de irse”. Igual que en el blues “Me and the devil blues” comenzaron años de engaños muy dolorosos para mí, no sólo por el sufrimiento causado por las palabras de gente “amiga” sino por el golpe del desengaño.

Tras un divorcio aparecen actitudes ilógicas de personas próximas a nuestro entorno que nos llevan a engaño. Actitudes que poco a poco empiezan a encajar como piezas de un puzzle.

Una mañana temprano “Satán”, llamó a mi puerta reencarnado en un familiar muy próximo mi expareja. Abrí la puerta a ese  “Satán” y caí en el engaño de sus palabras, comenzando así una relación que, habiéndola considerado incluso fraternal, poco a poco fui descubriendo. Sin pedirle nada me ofreció su consuelo en momentos muy difíciles para mí, no por la separación de mi expareja sino porque me arrebataron lo que yo más quiero, mi hijo. Me hizo creer que el entorno de mi expareja estaba lleno de ira y de equivocaciones. Me hizo sentir que por mucho tiempo fui marioneta en manos de las personas equivocadas, que mi hijo es rebelde porque no tiene un guía en su educación (y ciertamente así debe ser). "Satán" fue considerado por mí y por mis familiares cercanos como parte de nuestra familia, siempre unida ante cualquier dificultad. Unos padres que se quieren, unos hermanos que se apoyan, dos nietas y un nieto que son uña y carne. Yo no necesitaba el amparo de “Satán”. Tengo mi propia muralla, mi propia familia, sin embargo quizás esas eran palabras que necesitaba escuchar de alguien que conocía perféctamente el desarrollo de la situación de puertas para adentro. Alguien quien voluntariamente me daba información sobre situaciones de las que o no me informaban o era el último en enterarme (uno de los motivos del divorcio, la falta de confianza y las mentiras).
Fuente: www.flickr.com

Cinco años de problemas con mi expareja y de impedimentos para saber ¿cómo está creciendo mi hijo?, ¿cómo es su vida?, ¿está bien? ¿llora? ¿echa de menos a su padre? ¿sufre por lo que está pasando?. Durante este tiempo “Satán” no sólo me daba información sesgada de la evolución de mi hijo sino que aseguraba “mi hermana está equivocada”, “tu hijo te necesita a su lado”, mientras tanto no te preocupes tú continua con la reparación de mi casa, de mi coche o ¡¡de mi vida!!! (Mientras la tuya se desmorona un poquito más cada día sin tu hijo) Sus palabras parecían sinceras ¿cómo alguien tan próximo a su entorno va a decirme tales confesiones si no son verdad? Y así, continuamos celebrando cumpleaños y fechas especiales como si la relación con mi expareja nunca se hubiera roto.

Cuando estás en una situación delicada en la que lo último que quieres es causar más daño no sabes qué hacer ni cómo actuar. He pasado noches en vela pensando que mi hijo vive angustiado, que no está recibiendo una educación adecuada, que no habita en un entorno agradable para un niño de su edad, que me echa de menos, que le cuentan mentiras de su padre, que no le dejan llamarme por teléfono y que incluso se vuelve violento… A este puzzle le faltaban piezas porque mi hijo cuando está conmigo es encantador, obediente, alegre, responsable pero sí, un niño lleno de miedos que el entorno de su madre no hace más que acrecentar. Todo esto además ha sido magnificado por las confesiones de “Satán”.
 
Aún no sé la sentencia final del juez ante mi petición de custodia compartida (ya he contado que se ha alargado mucho en el tiempo, más de un año y medio) aunque no me voy a sorprender cuando la escuche. Sin embargo algo positivo de todo este tormento: He desenmascarado este engaño de tantos años gracias a las declaraciones de "Satán" al equipo psicosocial que lleva nuestro caso de custodia compartida. Declaraciones que nada tienen que ver con los cinco años de mentiras que he escuchado de sus bocas, sin pedirlas, sin buscarlas. Llamaron a mi puerta una mañana temprano. ¿Por qué no abrir? Él no me había hecho nada para que yo desconfiara y goza de buena posición social y laboral por lo que no necesita mentir ni meterse donde no le llaman. Sin embargo, a pesar de ese buen nombre del que goza se ha aprovechado de él comportándose como persona mezquina mintiendo sobre mí y describiéndome como una persona que no soy. Describiendo situaciones que no se han dado jamás y siendo totalmente parcial ante un equipo psicosocial que no es capaz de detectar cuando una persona miente e inventa historias, cuando una persona es violenta y cuando no. Este equipo psicosocial no supo o no quiso detectar que la persona juzgada era la inocente y que el testigo se describía así mismo y no a mí. Él, esa persona de buen nombre, de buena posición, se describió así mismo con total vehemencia, él es el explosivo, violento, problemático, el que ya ha sabido lo que es entrar culpable en un juzgado. Por suerte, yo no lo sabré nunca, siempre podré llevar la cabeza alta sabiendo que siempre he hecho lo correcto al pelear por mi hijo y su felicidad.

Lo que más duele de todo esto, es ver como tu hijo crece en un entorno materno lleno de mentiras y falsos testimonios cuando lo que tenía es que estar rodeado de tranquilidad, amor y cariño por todos nosotros.