Sábado 16 de septiembre de 2017. 08:00 am
Llego puntual a la puerta, como siempre. Y por supuesto, se cumplen mis conjeturas y baja tarde, además se le olvida casualmente el DNI de Juan que le he pedido por favor, ya que no me siento tranquilo viajando con Juan sin un papel que acredite que soy su padre (ella se llevó todo tras nuestro divorcio) y además, porque legalmente es su obligación. Este año no lucharé por la agenda del cole, tendré que luchar por su DNI, lo veo venir. Ella vuelve a subir a regañadientes en busca del DNI y finalmente nos vamos.
Juan está nervioso y serio. Me pregunta dónde está mi pareja. Esta vez no ha querido ni acompañarme y Juan sabe que nos ha hecho daño. Está preocupado. Ella nos espera en casa.
Mi pareja y yo nos sentimos muy raros. Después de aquel traumático día en el que Juan se fue de casa, no sabemos cómo actuar. Juan es un niño y no tiene culpa de nada de lo que está pasando. Es una víctima de toda esta guerra. Es el objeto que su madre utiliza para agredirme. Preferiría mil puñaladas en el pecho a que Juan fuera tan manipulado como lo está siendo por su madre y su familia. Pero lo cierto es que no podemos olvidar todo lo que pasó, todas las palabras que Juan nos dijo, su mirada y su actitud. Tenemos que hacer mucho esfuerzo para olvidar todo lo que ha pasado. Y lo conseguiremos.
Comenzamos el fin de semana y vamos a ver a mis padres. Hace mucho tiempo que no ven a Juan, no han tenido ocasión con todo lo que ha pasado. Y de regreso a casa, intento explicarle que después de lo sucedido es necesario establecer unas normas de convivencia. No se me ha ocurrido nada mejor para tratar de normalizar las cosas, para tratar de que Juan aprenda que las cosas que hace y dice tienen muchas consecuencias (tras la huida de Juan, su madre a interpuesto un escrito en el juzgado que lleva nuestro caso de custodia compartida para alegar que este verano Juan se ha ido de mi lado porque no me quiere y ha insistido nuevamente en que he trasladado mi centro de trabajo a otra provincia, por lo que no es conveniente que compartamos la custodia de nuestro hijo).
NORMAS DE LA REPÚBLICA INDEPENDIENTE DE MI CASA:
- Se hacen las cosas que Juan y papá quieren, no las cosas que mamá nos diga. Estoy cansado de que cada vez que está conmigo nos organice el fin de semana. Que si salvamento….Que si fútbol en el cole...Que si cumpleaños de sus primos...Esto se acabó, nuestro fin de semana es nuestro y no de ella.
- No debemos hablar de mamá ni de las cosas super chulas que haces con mamá y su familia. Mi obsesión no es que olvide a su madre, sino que se acuerde de las cosas que hacemos Juan y yo, que disfrute del momento de estar conmigo y su otra familia y que cuando esté en casa con su madre disfrute de ella pero que al menos se acuerde de mi también.
- No se trae el móvil a casa de papá. Durante nuestro primer periodo de vacaciones sucedieron dos cosas que evidentemente han pasado factura. Una, descubrí una conversación entre Juan y su madre….No sé que decir….”Mi amor, si me echas de menos rezas y yo estoy contigo….Mi amor seguro que también te lo pasa bien ahí...Mi amor te amo, te quiero...Mi amor te echo de menos y quiero que siempre estemos juntos...” Todas estas frases fueron escritas por la madre de Juan. Más que una conversación entre madre e hijo parecía una conversación de enamorados. Es algo espeluznante. Y dos, tuvimos la mala suerte de que Juan perdió su teléfono móvil cuando regresábamos en tren. El teléfono era propiedad de su tía y al no aparecer me amenazó con llamar a la policía. Así que por estos dos motivos el móvil se queda con su madre, no quiero más problemas. Ya le demostré el día que quiso salir corriendo que las puertas de mi casa están abiertas y que el teléfono está disponible para cuando él quiera llamar a su madre.
- No se miente. Este año me está volviendo loco. Por un lado sé que sigue durmiendo con su madre además de que él me lo ha confesado en varias ocasiones. Pero otras dice que no. Se contradice en cosas, en situaciones, en acciones para evitar que su madre quede como culpable de algunas cosas. Por eso, si no hablamos de ella, ya no tiene que mentir.
- Se estudia todos los días y el fin de semana tratamos de reducir el volumen de deberes. Desde que nos divorciamos nos pasamos los fines de semana Juan y yo haciendo deberes, porque según Juan, los viernes va de cañas con su madre y no tiene tiempo.
- Nos acordamos de traer todas las cosas necesarias del cole, agenda, libros, DNI y tarjeta sanitaria y solo traemos las cosas que Juan quiere traer. Después de la 1ª Comunión de Juan y de todo el espectáculo que lió su madre en los meses previos, se le ocurre la genial idea de obligarme a coger unos recordatorios para mí y para mi familia. Y por si fuera poco, acosa telefónicamente a mis padres y hermano para saber si Juan les ha entregado el recordatorio. Obviamente mi familia intenta no contestar el teléfono. Esto ya es el colmo. La hipocresía de esta persona es enfermiza. ¿¿¿Me odia pero me ama??? Así que si Juan quiere traer algo perfecto, pero que sea una decisión de Juan y no su madre.
- Si Juan quiere llamarme por teléfono a mi o a mi familia cuando está con su madre, lo hará sólo por el teléfono de Juan, lo hará cuando Juan quiera y no cuando lo diga su madre y lo hará en privado. El hecho es que las pocas veces que Juan me llama por teléfono lo hace siempre instruido por su madre, que está detrás de él dictándole las palabras que tiene que decirme. Es mala disimulando. Y además le utiliza para decirme cosas que me hacen daño. Le utiliza para hacer daño a su abuela para decirle “feliz cumpleaños abuela, que sepas que no voy a ir a verte. Está enferma esta mujer.
El resto de fin de semana transcurrió lento. Tanto Juan como yo estábamos muy nerviosos. Él intenta hacer como que no ha pasado nada y se muestra igual de complaciente que siempre, lo cual me preocupa y me enfada, porque él no tiene que agradar a nadie. No quiero que se haga una persona complaciente. Me gustaría que se convirtiera en una persona valiente y que decidiera por sí mismo lo que le gusta o lo que le disgusta. Que fuera autónomo para decidir cosas que cualquier niño de su edad es capaz de decidir.