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“The Blues”… sinónimo de depresión, melancolía, tristeza. En aquellos años 50, dolor por abusos policiales sobre la comunidad afroamericana. En este 2016 abusos y desigualdad entre un hombre y una mujer.
Hoy inicio mi blog con el primer blues de todos los que iré escribiendo, porque para mí todo ha sido depresión y tristeza, igual que esos doce acordes de guitarra acompañados por una dulce armónica. Acordes gritando una llamada...clamando una respuesta...¡¡JUSTICIA!!
Hace unas semanas mi abogado me enseñó el último informe del equipo psicosocial del juzgado que está llevando mi reclamación de “custodia compartida”. Me sentí impotente, humillado, asqueado de esta sociedad de hipócritas.
Estoy en la obligación de tener que demostrar mediante informes médicos, informes psicológicos, testimonios de personas (por llamarlas de alguna manera) que soy válido como padre, que soy capaz de cuidar de mi hijo, que no le voy a hacer daño mientras que la justicia ni siquiera pone en duda que una mujer, por su naturaleza de mujer, sea buena madre. ¡Qué barbaridad escuchar esto en un juzgado en pleno S.XXI! Una auténtica situación de desigualdad y de discriminación. Y...¡Cuánto daño están haciendo en la sociedad tanto los llamados equipos psicosociales como aquellos que corrompen las leyes con solo pronunciar la palabra justicia.
Después de nueve meses de haberse celebrado el juicio y ciertos hechos asombrosos (no lo llamemos irregularidades ya que según los expertos en leyes...”todo sigue su curso”) el equipo psicosocial por fin decide ponerse en contacto conmigo para tomarme declaración, no sin antes recomendarme o más bien intentar amedrentarme para cejar en mi empeño de querer cuidar y educar a mi hijo igual que su madre. Hasta cuatro conversaciones y tests psicológicos, aplazados una y otra vez por ellos mismos, realicé. Difícil se lo he puesto para poder decir que no puedo cuidar de mi hijo, ni una prueba han tenido porque soy un hombre sí, pero normal. Mientras que por el otro bando todo se resolvió, digamos en “plis-plas”. ¿Y esto es igualdad? ¿De verdad la mujer es el sexo débil?
Tras un chorro de barbaridades y mentiras que atentan a mi integridad social y moral, insultos y humillaciones por parte de los testigos (muy próximos al entorno de la madre, todo hay que decirlo, porque de mi entorno a nadie se le dio la oportunidad de opinar excepto a una buena amiga) lo que más duele es tener que leer que un grupo de psicólogos (esto quiere decir que tienen un título universitario además de una oposición) que no puedes pasar más de cuatro días al mes con tu hijo porque se desestabiliza, porque le puedes causar daños psicológicos. ¡Qué broma de mal gusto! ¡Qué pesadilla!
La paradoja de todo esto es que pase lo que pase no le puedes explicar a tu hijo que aquellos que supuestamente son justos porque son los que hacen respetar las leyes a todos los ciudadanos, los que cuidan de nosotros, son aquellos que no nos dejan pasar más de cuatro días al mes juntos, los que nos parten el alma dos domingos de cada mes cuando tenemos que separarnos.
A veces escuchamos en los medios de comunicación que un padre abandona a sus hijos y es detenido pero, ¿qué pasa con los que no nos queremos quitar la pegatina de la frente que dice “soy padre, con todas las consecuencias”? ¿Pagamos la pensión y ya está?¿Es eso todo lo que tenemos que hacer para ser buenos padres? Me da vergüenza esta sociedad.
Somos muchos los hombres en esta situación, pero puede ser que en las ciudades pequeñas, donde lo que se sale de lo bien visto a los ojos del vecino es un “pecado capital”, estas desigualdades sean más evidentes.
Obviamente no es sólo rabia lo que siento, es falta de alegría, tristeza y desesperación porque tengo que hacer “juegos de equilibrio” para demostrar a mi hijo que no le abandono, que no le dejo tirado, que estaré con él pase lo que pase y pese a quien le pese, que nunca dejaré de luchar por él y que para todo lo que hacemos los adultos y que ahora él no entiende, hay una respuesta.
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