Desde que era un “mico”, como le digo a Juan, siempre he estado metido en el mundo del motor. Es algo que mi padre me enseñó a disfrutar desde que apenas tenía 5 años y me pasaba las tardes ayudándole en su taller, arreglando el coche de algún vecino o de algún amigo. Es algo que mi padre tenía como afición y que poco a poco fui heredando. Esta pasión, nos llevó el año pasado a mi hermano y a mi a darle un poco más de emoción a nuestras vidas (como si tuviéramos poco ya…) y nos compramos un coche de rally, la equipación completa y nos apuntamos a esta aventura.
A Juan le gustan los coches, igual que a mí, y le encanta venirse con su tío, sus primas Angi y Carla, y yo a tomar notas para las carreras. A veces Carla y él juegan a ser pilotos y bromean diciendo que Carla será su copiloto cuando sean mayores. Quién sabe, quizás algún día tengan un futuro prometedor en el mundo del rally.
He intentado en varias ocasiones llevar a Juan con nosotros a una competición, pero siempre he tenido la mala suerte de que esas veces ha coincidido que está bajo la tutela de su madre y nunca le ha dejado venir con nosotros, aunque tanto Juan como yo se lo hemos pedido varias veces. Lo gracioso es que después de recibir sus negativas se presenta ella misma en la zona de asistencias intentando levantar un poco de revuelo entre mi familia con la única intención de ponerme nervioso. (Alguna vez me he preguntado si está buscando consecuencias mayores. No estamos jugando al balón sino con máquinas que pueden hacer mucho daño si el piloto pierde la concentración).
En el último rally de la temporada pasada, Juan había decidido que quería venir a vernos y a estar con sus abuelos en la zona de asistencia. Nuestro objetivo siempre es pasarlo bien y no entrar en guerras competitivas con otros pilotos con más experiencia, por lo que más que como una carrera nos los tomamos como un evento familiar y participamos todos los miembros de la familia, desde los abuelos hasta los nietos.
Ese fin de semana de la última carrera Juan no estaría bajo mi tutela por lo que intenté convencerle de que no se lo pidiera a su madre porque nunca le deja venir y se lleva siempre un mal sabor de boca. Pero Juan no me hizo caso y quiso convencer a su madre. En cualquier caso, yo esa vez no insistí para que le dejara venir con nosotros. Muy indignada, la noche antes del rally (bastante tarde por cierto, ya que tuve que levantarme de la cama para coger el teléfono), me llama para recriminarme “¿es que no vas a llamar para pedirme a Juan?”. Mi cara fue de tal perplejidad que a penas pude contestar. “No te he pedido a Juan porque en anteriores ocasiones me lo has negado, no voy a hacerle pasar un mal trago a NUESTRO hijo una vez más”.
A la mañana siguiente mi hermano vino a recogerme para irnos juntos a la competición y me dijo que la madre de Juan había estado molestando a mi sobrina Carla, de apenas 14 años, para preguntarle si ella iba a ir al rally. Definitivamente a esta mujer se le está yendo la situación de las manos. ¿Cómo se atreve a molestar a una niña de 14 años? ¿Es que se cree que puede hacer lo que se le antoje? Carla, es una menor igual que Juan pero la madre de Juan no entiende que los derechos de Carla también deben ser preservados igual que los de Juan y que no puede molestar a una niña, cuando sus padres le insisten en que no lo haga (no es la primera vez que agobia a Carla con llamadas y mensajes de whatsapp. ¿Esto no es también acoso? Y encima a un menor. Estoy cansado de que me persiga a mí y al resto de mi familia, pero con mis sobrinas que son dos niñas… No sé qué hacer ni cómo parar esta persecución por parte de la madre de Juan, es algo que se viene repitiendo desde que nos divorciamos hace 5 años.
Llega el momento de las verificaciones y papeleo previo a la carrera. Nuestro coche ya estaba listo en el parque cerrado cuando para nuestra sorpresa se presenta la madre de Juan con Juan de la mano en la zona de parque cerrado. ¿Pero Juan, qué haces aquí? Le preguntamos, “papá he venido para decirte que prefiero irme a recoger setas”...”Perfecto hijo, disfrutalo y pásatelo muy bien”. Me doy perfectamente cuenta de que una vez más Juan está siendo sometido a las manipulaciones de su madre. Participar en los rallyes con sus primas y sus abuelos, ayudándonos y apoyándonos a mi hermano y a mi es algo que le encanta, es un momento familiar muy divertido para él y que su madre le traiga sólo para decirme que ha cambiado de opinión después de las recriminaciones en la noche anterior por no haberle pedido el favor de dejar que Juan venga con nosotros y después de la persecución hacia mi sobrina Carla...¿Qué se puede pensar de esta actitud?
Continuamos el día sin mayores contratiempos. Nos había ido muy bien en los tiempos. Fernando y yo estábamos super contentos y lo estábamos disfrutando, pero era un día lluvioso y este último tramo lo corríamos en noche cerrada. El coche empezó a hacer extraños y finalmente acabamos estampados contra una roca. El coche quedó destrozado pero los dos estábamos bien. Son cosas que pasan en este tipo de deportes y ningún piloto está exento de sufrir un accidente. “Esto nos va a costar una pasta arreglarlo”. Pensamos pero incluso el golpe después de ver que estábamos bien fue hasta divertido.
Obviamente el rally había terminado para nosotros pero aún era domingo, por lo que decidí ir con mi pareja a la montaña a relajarnos, a disfrutar de la naturaleza (algo que nos encanta) y a reírnos de la jornada de rally que habíamos tenido. Pasamos toda la mañana caminando entre rocas y sin cobertura en el móvil. Cuando llegamos a casa y el móvil tenía cobertura tenía un montón de mensajes y de llamadas perdidas de la madre de Juan, de mis padres y de mi hermano.
Al parecer la madre de Juan había vuelto a llevarle al día siguiente a la zona de llegada de la carrera. Ella había sido informada por unos amigos suyos de que habíamos roto el coche sin más consecuencias. Sin embargo esta historia no es la que le transmitió a Juan. Llevó a NUESTRO hijo nuevamente a la competición alertándole de que habíamos tenido un accidente grave. Juan estaba llorando, buscándome como loco entre los pilotos, sufriendo innecesariamente porque su padre había sufrido un accidente y no le encontraba. Esto es lo que pilotos amigos me contaron al día siguiente. Una situación bochornosa por parte de la madre de Juan. Le cuenta una historia a medias o una realidad distorsionada sabiendo que no habíamos sufrido ningún daño. Esta buena madre, le provoca a su hijo un daño emocional innecesario, le mantiene durante horas en un estado de estrés, alerta a toda mi familia, a todo mi entorno de amigos y conocidos y por si fuera poco me recrimina que no llamo a mi hijo para decirle lo que ha pasado. Mi respuesta, “no llamo porque nunca me coges el teléfono, es tiempo perdido y además no llamo porque no ha pasado nada, no he sufrido ningún daño tal y como te han informado mis amigos y mi familia y no he cogido el teléfono porque estaba disfrutando del domingo en la montaña. No tienes derecho a meterte en mi vida y mucho menos a contarle mentiras a NUESTRO hijo. Esta situación es como el refrán del perro del hortelano, que ni comes ni dejas comer”. Así es ella... ¿Qué clase de madre juega a algo así? ¿A qué está jugando? ¿Qué es lo que quiere de mi, de nosotros? Me siento acosado, siento que acosa a mi familia. Sigue demandando atención de mí, atención que no estoy dispuesto a regalarle cuando por otro lado no se corta en soltar en la sala de un juicio que yo la he maltratado, que yo la he acosado...Esto es de locos… No sé ni cómo ni cuándo acabará todo esto o si algún día tendrá un final.
A Juan le gustan los coches, igual que a mí, y le encanta venirse con su tío, sus primas Angi y Carla, y yo a tomar notas para las carreras. A veces Carla y él juegan a ser pilotos y bromean diciendo que Carla será su copiloto cuando sean mayores. Quién sabe, quizás algún día tengan un futuro prometedor en el mundo del rally.
He intentado en varias ocasiones llevar a Juan con nosotros a una competición, pero siempre he tenido la mala suerte de que esas veces ha coincidido que está bajo la tutela de su madre y nunca le ha dejado venir con nosotros, aunque tanto Juan como yo se lo hemos pedido varias veces. Lo gracioso es que después de recibir sus negativas se presenta ella misma en la zona de asistencias intentando levantar un poco de revuelo entre mi familia con la única intención de ponerme nervioso. (Alguna vez me he preguntado si está buscando consecuencias mayores. No estamos jugando al balón sino con máquinas que pueden hacer mucho daño si el piloto pierde la concentración).
En el último rally de la temporada pasada, Juan había decidido que quería venir a vernos y a estar con sus abuelos en la zona de asistencia. Nuestro objetivo siempre es pasarlo bien y no entrar en guerras competitivas con otros pilotos con más experiencia, por lo que más que como una carrera nos los tomamos como un evento familiar y participamos todos los miembros de la familia, desde los abuelos hasta los nietos.
Ese fin de semana de la última carrera Juan no estaría bajo mi tutela por lo que intenté convencerle de que no se lo pidiera a su madre porque nunca le deja venir y se lleva siempre un mal sabor de boca. Pero Juan no me hizo caso y quiso convencer a su madre. En cualquier caso, yo esa vez no insistí para que le dejara venir con nosotros. Muy indignada, la noche antes del rally (bastante tarde por cierto, ya que tuve que levantarme de la cama para coger el teléfono), me llama para recriminarme “¿es que no vas a llamar para pedirme a Juan?”. Mi cara fue de tal perplejidad que a penas pude contestar. “No te he pedido a Juan porque en anteriores ocasiones me lo has negado, no voy a hacerle pasar un mal trago a NUESTRO hijo una vez más”.
A la mañana siguiente mi hermano vino a recogerme para irnos juntos a la competición y me dijo que la madre de Juan había estado molestando a mi sobrina Carla, de apenas 14 años, para preguntarle si ella iba a ir al rally. Definitivamente a esta mujer se le está yendo la situación de las manos. ¿Cómo se atreve a molestar a una niña de 14 años? ¿Es que se cree que puede hacer lo que se le antoje? Carla, es una menor igual que Juan pero la madre de Juan no entiende que los derechos de Carla también deben ser preservados igual que los de Juan y que no puede molestar a una niña, cuando sus padres le insisten en que no lo haga (no es la primera vez que agobia a Carla con llamadas y mensajes de whatsapp. ¿Esto no es también acoso? Y encima a un menor. Estoy cansado de que me persiga a mí y al resto de mi familia, pero con mis sobrinas que son dos niñas… No sé qué hacer ni cómo parar esta persecución por parte de la madre de Juan, es algo que se viene repitiendo desde que nos divorciamos hace 5 años.
Llega el momento de las verificaciones y papeleo previo a la carrera. Nuestro coche ya estaba listo en el parque cerrado cuando para nuestra sorpresa se presenta la madre de Juan con Juan de la mano en la zona de parque cerrado. ¿Pero Juan, qué haces aquí? Le preguntamos, “papá he venido para decirte que prefiero irme a recoger setas”...”Perfecto hijo, disfrutalo y pásatelo muy bien”. Me doy perfectamente cuenta de que una vez más Juan está siendo sometido a las manipulaciones de su madre. Participar en los rallyes con sus primas y sus abuelos, ayudándonos y apoyándonos a mi hermano y a mi es algo que le encanta, es un momento familiar muy divertido para él y que su madre le traiga sólo para decirme que ha cambiado de opinión después de las recriminaciones en la noche anterior por no haberle pedido el favor de dejar que Juan venga con nosotros y después de la persecución hacia mi sobrina Carla...¿Qué se puede pensar de esta actitud?
Continuamos el día sin mayores contratiempos. Nos había ido muy bien en los tiempos. Fernando y yo estábamos super contentos y lo estábamos disfrutando, pero era un día lluvioso y este último tramo lo corríamos en noche cerrada. El coche empezó a hacer extraños y finalmente acabamos estampados contra una roca. El coche quedó destrozado pero los dos estábamos bien. Son cosas que pasan en este tipo de deportes y ningún piloto está exento de sufrir un accidente. “Esto nos va a costar una pasta arreglarlo”. Pensamos pero incluso el golpe después de ver que estábamos bien fue hasta divertido.
Obviamente el rally había terminado para nosotros pero aún era domingo, por lo que decidí ir con mi pareja a la montaña a relajarnos, a disfrutar de la naturaleza (algo que nos encanta) y a reírnos de la jornada de rally que habíamos tenido. Pasamos toda la mañana caminando entre rocas y sin cobertura en el móvil. Cuando llegamos a casa y el móvil tenía cobertura tenía un montón de mensajes y de llamadas perdidas de la madre de Juan, de mis padres y de mi hermano.
Al parecer la madre de Juan había vuelto a llevarle al día siguiente a la zona de llegada de la carrera. Ella había sido informada por unos amigos suyos de que habíamos roto el coche sin más consecuencias. Sin embargo esta historia no es la que le transmitió a Juan. Llevó a NUESTRO hijo nuevamente a la competición alertándole de que habíamos tenido un accidente grave. Juan estaba llorando, buscándome como loco entre los pilotos, sufriendo innecesariamente porque su padre había sufrido un accidente y no le encontraba. Esto es lo que pilotos amigos me contaron al día siguiente. Una situación bochornosa por parte de la madre de Juan. Le cuenta una historia a medias o una realidad distorsionada sabiendo que no habíamos sufrido ningún daño. Esta buena madre, le provoca a su hijo un daño emocional innecesario, le mantiene durante horas en un estado de estrés, alerta a toda mi familia, a todo mi entorno de amigos y conocidos y por si fuera poco me recrimina que no llamo a mi hijo para decirle lo que ha pasado. Mi respuesta, “no llamo porque nunca me coges el teléfono, es tiempo perdido y además no llamo porque no ha pasado nada, no he sufrido ningún daño tal y como te han informado mis amigos y mi familia y no he cogido el teléfono porque estaba disfrutando del domingo en la montaña. No tienes derecho a meterte en mi vida y mucho menos a contarle mentiras a NUESTRO hijo. Esta situación es como el refrán del perro del hortelano, que ni comes ni dejas comer”. Así es ella... ¿Qué clase de madre juega a algo así? ¿A qué está jugando? ¿Qué es lo que quiere de mi, de nosotros? Me siento acosado, siento que acosa a mi familia. Sigue demandando atención de mí, atención que no estoy dispuesto a regalarle cuando por otro lado no se corta en soltar en la sala de un juicio que yo la he maltratado, que yo la he acosado...Esto es de locos… No sé ni cómo ni cuándo acabará todo esto o si algún día tendrá un final.